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Actúa: 16 campañas que abordan los derechos de las mujeres y la desigualdad de género
Alrededor del mundo, valientes y decididas defensoras de los derechos humanos están actuando en todos los ámbitos, desde la defensa de la igualdad, el acceso y la justicia, hasta la lucha contra la corrupción, las violaciones del medio ambiente e incluso la persecución de otras activistas. Para muchas, la pandemia del COVID-19 ha empeorado aún más un entorno ya de por sí difícil: un número cada vez mayor de gobiernos ha utilizado la pandemia de COVID-19 como cortina de humo para aplicar medidas represivas que reprimen a la sociedad civil, así como para hacer retroceder los avances logrados en materia de igualdad de género y derechos reproductivos. Sin embargo, la lucha continúa. Aquí tienes 16 movimientos y campañas impulsadas por la población a las que puedes sumar tu voz en estos 16 Días de Activismo.
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COLOMBIA: “La gente está cansada de la larga hegemonía de élites políticas que son también élites económicas”
CIVICUS conversa acerca de las recientes elecciones presidenciales en Colombia con Gina Romero, directora ejecutiva de la Red Latinoamericana y del Caribe para la Democracia (RedLad).
Fundada en 2008, RedLad promueve el ejercicio pleno de la democracia como una forma de vida en pos del bien común en las Américas. Lo hace mediante acciones de incidencia política en el sistema interamericano de derechos humanos, investigación (Observatorio Ciudadano de Corrupción, Observatorio de Libertad de Religión y Creencia, reporte de 11 países en el CIVICUS Monitor), apertura de diálogos democráticos al interior de la sociedad civil y de ésta con órganos internacionales, gobiernos, sector privado y otros, fortalecimiento de capacidades de la sociedad civil latinoamericana mediante formación de liderazgos e incidencia en defensa de los derechos de poblaciones en condición de vulnerabilidad.
¿Cómo evalúas las opciones disponibles en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Colombia?
Fue muy revelador que los dos candidatos se autodenominaran “antisistema”, se posicionaran contra la política tradicional y fueran ajenos a los partidos políticos tradicionales. La ciudadanía colombiana está cansada de la larga hegemonía de los partidos tradicionales y de ciertas élites políticas que son también élites económicas.
El candidato derrotado, Rodolfo Hernández, representa a un sector político de derecha, aunque su campaña buscó enfatizar su cercanía con el pueblo abanderándose en la lucha contra la corrupción, pese a que él mismo está siendo investigado por esta causa. El candidato ganador, Gustavo Petro, representa una opción de izquierda. El hecho de que una propuesta de este signo fuera escogida por primera vez en la historia dice mucho sobre las demandas sociales de la ciudadanía, las mismas que se hicieron públicas en la calle desde el 2019.
Creo que la segunda vuelta no fue un enfrentamiento polarizado entre una extrema derecha y una extrema izquierda, sino más bien un enfrentamiento entre propuestas novedosas (podría decirse populistas) por fuera de la política tradicional, y particularmente en contra de la herencia del expresidente Álvaro Uribe, encarnada en el actual presidente, Iván Duque.
El hartazgo con la política y con la inequidad social, intensificada por los efectos de la pandemia, hizo una bomba explosiva que se manifestó en las elecciones. Es muy bueno que se haya manifestado por vías democráticas, y no como solía suceder en el pasado, a través de la violencia política.
¿Cómo interpretas la llegada de Hernández a la segunda vuelta?
La llegada de Hernández fue bastante sorpresiva, ya que los candidatos considerados con chances eran Federico Gutiérrez y Gustavo Petro. Su discurso fue de cercanía con la ciudadanía. Hizo una gran campaña en redes sociales, sobre todo TikTok, y se enfocó en los problemas que la gente prioriza sistemáticamente en las encuestas, como la corrupción.
Hernández era visto como una persona sencilla, que habla de manera muy simple al ciudadano común, mientras que los discursos de otros candidatos sonaban demasiado elevados. Convenció mucho con el argumento de que, por ser millonario, él no robaría como los demás, e incluso rechazaría el pago del salario de presidente. También movilizó a mucha gente que no entiende lo que significa que Colombia se encuentre en un proceso de paz, que votó “no” en el plebiscito de 2016, y que anteriormente había votado por presidentes de derecha como Duque o Uribe.
A este atractivo se agregaron los grandes errores de las propuestas de centro y al miedo que generaba la figura de Petro, tanto por ser de izquierda como por ir acompañado de una candidata vicepresidencial negra, Francia Márquez, que fue empleada doméstica y se graduó de la universidad a los 39 años. Todo ello contribuyó al éxito de Hernández en la primera vuelta, a pesar de que desconoce completamente la política y no está en condiciones ni de gobernar ni hacer un buen trabajo de oposición.
¿Cómo fue la campaña por la segunda vuelta?
Fue una campaña de emociones fuertes, más que cualquier otra del pasado. Las emociones políticas son lo que finalmente marca el curso de una elección.
El miedo jugó un gran rol. Mucha gente en Colombia teme a todo proyecto de izquierda. Además, Colombia es un país racista, clasista y misógino, por lo que una figura como la de Márquez también generaba miedo. Conocí pocas personas que votaran a Hernández por él mismo y no por el miedo a Petro. Estas personas describían a Hernández como “el viejito lindo que lucha contra la corrupción y tiene mucho dinero”. Así es como estos populismos de derecha se acercan a la gente.
La campaña anti-Petro hizo circular desinformación con el único objetivo de generar temor, en forma muy similar a lo que ocurrió en la campaña para el plebiscito por la paz. Entre estos temores infundados se destacó el de que Colombia se convertiría en una nueva Venezuela, ya que Petro querría quedarse eternamente en el poder, como lo hizo en su momento el venezolano Hugo Chávez. La gente lo repetía acríticamente sin caer en la cuenta de que, en Colombia, quien quiso hacer eso fue Uribe, mediante un cambio constitucional en 2004 que le permitió renovar su mandato y quedarse ocho años, tras lo cual intentó hacerlo nuevamente.
Otra idea asociada al destino de Venezuela fue la del empobrecimiento, la devaluación de la moneda y la hiperinflación. También se habló mucho de la posible reacción empresarial frente a un eventual gobierno de izquierda y de la gran salida de empresas del mercado colombiano que ocurriría en ese caso. Es cierto que el dólar subió la semana posterior a la elección –como ocurrió en Chile cuando ganó Gabriel Boric–, pero el dólar ha venido en aumento en los últimos años y el incremento inicial no ha sido catastrófico.
También se infundió miedo a la ciudadanía con el uso irresponsable del calificativo “guerrillero” en referencia a Petro, que en el pasado fue militante del M19, una guerrilla hoy desmovilizada. Petro tiene ya una larga carrera política civil y desde hace décadas no tiene nada que ver con ningún grupo al margen de la ley. Pero el estigma sigue instalado, lo cual demuestra lo mucho que Colombia todavía debe avanzar en su proceso de reconciliación.
La desinformación y la violencia digital también se ensañaron con las dos candidatas mujeres que hubo en esta elección: Ingrid Betancourt, quien compitió en la primera vuelta presidencial, y Márquez. Muchas investigaciones sobre violencia digital sostienen que cuando hay mujeres en política, se utiliza información personal sobre ellas y se tergiversan los datos. Pero en el caso de Márquez hubo un verdadero discurso de odio racializado. Se dijeron cosas horribles sobre ella, tanto por su historia personal y su pasado como mujer muy pobre, como por ser una mujer negra. Se escucharon los peores chistes racistas y misóginos.
Colombia necesita una profunda reflexión sobre cómo construimos la identidad del otro y sobre cómo reconocernos como un país pluricultural. Cali es la segunda ciudad con mayor población afrodescendiente del continente, y todo el Pacífico colombiano está repleto de población afro e indígena. Pero hay un racismo sistémico que se hizo muy evidente en la campaña.
En su mayoría, los medios de comunicación tradicionales han hecho mucho mal ya que se hicieron eco del discurso de odio. Una semana antes de la segunda vuelta, por ejemplo, la Revista Semana sacó una portada sensacionalista que preguntaba quién sería electo, si el ingeniero o el exguerrillero. El exguerrillero también es economista, pero allí no se trataba de las profesiones de los candidatos, sino de un mensaje atemorizante. En los últimos meses de campaña Petro debió desmentir muchísimas cosas, mientras Hernández se escondió y se negó a participar en debates.
Así, se nos quiso vender la idea de que estábamos “entre la espada y la pared” y debíamos escoger al candidato “menos peor”. Se montó una narrativa pública que decía que como aquí la élite política no estaba representada, toda la oferta disponible era simplemente mala.
¿Qué tipo de electorado se volcó hacia cada uno de estos candidatos?
Existe una superposición bastante cercana entre la Colombia que votó “no” en el plebiscito sobre los acuerdos de paz, la Colombia que en el pasado eligió a Duque, y la Colombia que ahora votó por Hernández. Es una ciudadanía culturalmente conservadora, que teme al cambio, se ha identificado con élites políticas tradicionales y a la que no han sabido hablarle los procesos de paz y los progresismos políticos. Los votantes de Hernández en las grandes ciudades y otras zonas del país temen a procesos de inclusión de poblaciones vulnerables y casi no incluyen sectores indígenas o afro. De hecho, en los corredores con más población indígena del país ganó Petro con números sin precedentes.
La Colombia que votó “sí” en el plebiscito coincide con la Colombia que votó por Petro. Se trata de la Colombia de “los márgenes”, que reúne las regiones menos desarrolladas del país. Las grandes ciudades, excepto Medellín, también votaron por Petro. Se trata de una ciudadanía urbana, a la que Márquez define como ciudadanía “de los nadies y las nadies”. La gente que voto a Petro es en gran medida una ciudadanía frustrada, que ha sido afectada como ninguna otra por la corrupción, que no forma parte las élites políticas, y que ha sido históricamente relegada en términos de desarrollo. Son personas tienen poco, que con Petro ven una promesa de mejora. Anteriores candidatos no les habían ofrecido soluciones ciertas a sus problemas, ni siquiera la posibilidad de sentirse involucrados.
El país está dividido, pero esta no es una división nueva. Los gobiernos pasados no han logrado conciliar las diferencias. Tenemos dos Colombias, con una polarización inmensa: en las elecciones con mayor participación en los últimos 20 años, Petro ganó por apenas 800.000 votos. Eso significa que hay 10 millones de personas que se oponen a los 11 millones de Petro. Petro deberá saber hablarles a estas dos facetas de Colombia y hacer que la Colombia que no lo votó no se sienta relegada.
¿Qué expectativas o temores genera el resultado en la sociedad civil?
Gane quien gane, nuestro trabajo como sociedad civil siempre sigue siendo el mismo. Pero en lo personal, viendo lo que ocurrió cuando Petro fue alcalde de Bogotá, temo que el revanchismo pueda obstaculizar el avance del gobierno. La polarización, el discurso de odio y la manipulación de la institucionalidad pueden tener efectos muy graves. También provoca temor la posible reacción de los mercados ante un gobierno de izquierda.
También está el hecho de que Petro es una persona muy pasional, y muchas veces no se comunica de la mejor manera posible; tanto su campaña como la de Hernández atacaron a la prensa cuando les fue crítica. La prensa tiene un rol fundamental, y esto puede ser muy fastidioso para cualquier gobierno, pero es indispensable que tenga garantías suficientes para hacer su labor. Hay temor de que Petro pueda ser muy hostil con la prensa crítica de su gobierno.
A las organizaciones que, como RedLad, hacemos incidencia internacional, nos preocupa cómo se posicionará Petro frente a las izquierdas del continente. Actualmente América Latina tiene una izquierda que genera mucha esperanza, que propone cambios, y que es distinta a la izquierda tradicional; esta es la izquierda de Boric en Chile. Pero también está la izquierda de Andrés Manuel López Obrador en México, por no hablar de las izquierdas de Cuba, Nicaragua y Venezuela, que han generado graves crisis de espacio cívico. Creo que Petro está en algún lugar en el medio, y enfrenta el dilema de cómo alinearse. Creo que debe alinearse a una izquierda más propositiva y amigable con el desarrollo.
A pesar de que el partido de Petro, Pacto Histórico, obtuvo buena representación en las elecciones legislativas de marzo de 2022, las transformaciones que ha puesto sobre la mesa son bastante amplias y profundas, y para tener éxito necesitarán un gran acuerdo político, algo que es complejo en Colombia. Si no se logra, la ciudadanía que votó por Petro y sus promesas se vería frustrada. Será interesante ver cómo este gobierno, elegido bajo la bandera de las movilizaciones de 2019, responderá a la ciudadanía si se moviliza nuevamente.
Para que la gran expectativa generada en la ciudadanía no decaiga, el gobierno de Petro deberá marcar algunas victorias tempranas en relación con el avance del proceso de paz y la disminución de asesinatos de líderes sociales. Espero que Petro avance en los compromisos internacionales, que el espacio cívico no se siga reduciendo sino que se amplíe, y que se garanticen las libertades de manifestación y expresión.
El espacio cívico en Colombia es calificado como “represivo” por elCIVICUS Monitor.
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COP26: “En respuesta a la presión desde abajo, deben responder con acciones justas por el clima”
En vísperas de la 26ª Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), que tendrá lugar en Glasgow, Reino Unido, entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre de 2021, CIVICUS está entrevistando a activistas, líderes y personas expertas de la sociedad civil acerca de los desafíos medioambientales que enfrentan en sus contextos, las acciones que están llevando a cabo para abordarlos y sus expectativas para la próxima cumbre.
CIVICUS conversa con Caroline Owashaba, jefa de equipo de Acción por el Desarrollo Juvenil Uganda (Action for Youth Development Uganda) y coordinadora voluntaria de la Alianza Niñas, no novias (Girls Not Brides) en Uganda.
¿Cuál es el problema medioambiental de su país en el que está trabajando?
Un problema clave en Uganda es el uso de grandes cantidades de bolsas de plástico de un solo uso, que tienen efectos medioambientales extremos. Las bolsas de plástico tardan muchos años en descomponerse; liberan sustancias tóxicas en el suelo y, cuando son quemadas, en el aire; obstruyen los desagües y pueden provocar inundaciones; y matan a los animales que las comen confundiéndolas con alimento o que se enredan en ellas.
En 2018 se aprobó una medida para prohibir la fabricación, la venta y el uso de bolsas de plástico, pero los fabricantes presionaron mucho para que les dieran más tiempo hasta la entrada en vigor de la prohibición, y en consecuencia su implementación ha sido lenta y en gran medida ineficaz. Así que, a principios de 2021, el gobierno decidió aplicar nuevas medidas en el mismo sentido, junto con un paquete más amplio de medidas medioambientales.
Mientras el gobierno trabaja para hacer cumplir la prohibición de las bolsas de plástico de un solo uso, nosotros estamos trabajando en una iniciativa para producir materiales alternativos, ecológicos y biodegradables. Esto es bastante urgente, porque ahora mismo, si la prohibición de las bolsas de plástico realmente se implementara, la oferta de opciones de envases biodegradables no sería en absoluto suficiente.
Acción por el Desarrollo Juvenil Uganda (ACOYDE, por sus siglas en inglés) está desarrollando un proyecto denominado CHACHA (Niños por el Cambio Alternativo), que utiliza la fibra del plátano para fabricar diversos artículos útiles, tales como felpudos e individuales para mesas, almohadas, artículos de decoración interior y, por supuesto, bolsas. Los residuos generados en la extracción de la fibra del plátano y la fabricación de estos artículos se reciclan para producir briquetas de carbón de alta calidad que los jóvenes y las mujeres que participan en el proyecto utilizan como fuente de calor tanto en sus hogares como en sus lugares de trabajo, reduciendo el consumo de combustible y aumentando al mismo tiempo sus ingresos familiares.
Toda la comunidad participa en el proceso de producción, porque es la que provee los tallos de plátano. Y el proyecto permite a los jóvenes, y especialmente a las mujeres jóvenes, mantener a sus familias. Tenemos posibilidades de expansión, ya que el surgimiento de hoteles ecológicos ha creado una mayor demanda de productos sustentables.
¿Cómo se vinculan con el movimiento internacional por el clima?
Nos hemos vinculado con el movimiento internacional a través de intercambios regionales sobre el cambio climático tales como la Semana Africana del Cambio Climático, y como parte de la Red Juvenil de Agricultura Climáticamente Inteligente. También seguimos los debates del Grupo de Países Menos Adelantados (PMA) sobre adaptación, mitigación y financiamiento.
También ha funcionado a la inversa: ACOYDE ha apoyado los esfuerzos para domesticar el marco climático internacional y ha impulsado el proyecto de ley nacional sobre cambio climático, que se aprobó en abril de 2021. Esta iniciativa dio fuerza de ley a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y al Acuerdo de París, del cual Uganda es signataria. A continuación, trabajamos para bajar la ley al nivel local. Es clave que la legislación se implemente efectivamente a nivel local, porque nos ayudará a superar las injusticias del cambio climático en nuestras comunidades.
También nos conectamos con el movimiento por el clima más amplio desde una perspectiva de género. Personalmente me interesan las intersecciones entre el género y el cambio climático. En las COP anteriores pude contribuir al Plan de Acción de Género (PAG), que ha guiado y ejercido influencia en temas de género y juventud en los procesos de negociación de la CMNUCC. Participé en los debates sobre los avances del PAG en relación con el equilibrio de género, la coherencia, la aplicación con perspectiva de género, el seguimiento y la presentación de informes. También he participado activamente en el Grupo de Trabajo Nacional de Género de Uganda y en otros procesos nacionales sobre cambio climático para garantizar la domesticación de las normas globales de género y un financiamiento consistente con el Acuerdo de París, entre otras cosas informando sobre la implementación de las disposiciones del PAG en Uganda.
¿Cuáles son sus expectativas para la COP26?
La COP26 debería ofrecer espacios para llevar las cuestiones de género a nivel global y proporcionar más oportunidades de debate. Debería aumentar la participación de las mujeres, emprender la integración de la perspectiva de género y garantizar la implementación del PAG. Debe contribuir a amplificar las voces de las mujeres en las negociaciones sobre el cambio climático. Las mujeres están haciendo gran parte del trabajo pesado a nivel de base, pero reciben muy poco a cambio, no sólo porque es muy poco lo que llega a sus bolsillos, sino también porque siguen estando subrepresentadas y, por tanto, sus voces no son escuchadas.
Los foros internacionales como la COP26 deben proporcionar espacios para la participación de las bases y, en respuesta a esas presiones desde abajo, deben desarrollar intervenciones sólidas para una acción climática justa y respetuosa de los derechos humanos, incluidos los derechos de los pueblos indígenas y la promoción de la igualdad de género.
Elespacio cívico en Uganda es calificado como“represivo”por elCIVICUS Monitor.
Póngase en contacto con Acción para el Desarrollo Juvenil Uganda a través de susitio web y de su página deFacebook. -
MÉXICO: “El problema de la inseguridad es central, pero no se resuelve con militarización”
CIVICUS conversa acerca de la militarización de la seguridad en México y sus implicancias para la sociedad civil con Sofía de Robina, abogada del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín pro Juárez-Centro Prodh.
El Centro Prodhes una organización de la sociedad civil (OSC) mexicana fundada en 1988 por la Compañía de Jesús con el objetivo de defender a víctimas de violaciones graves de derechos humanos e impulsar cambios estructurales que permitan a todas las personas en México gozar y ejercer de forma equitativa la totalidad de sus derechos humanos. Su trabajo se enfoca específicamente en personas y colectivos indígenas, mujeres, migrantes y víctimas de represión.