Las manifestaciones demuestran el poder de la acción colectiva cuando los Estados fracasan frente a la pandemia según un nuevo informe

Cuando la COVID-19 se extendía por todo el mundo, profundizando las divisiones existentes en las sociedades y generando miedo e incertidumbre, muchos gobiernos se sirvieron de la pandemia como pretexto para reprimir las libertades cívicas; una situación que desencadenó diversas manifestaciones en muchos países. El Informe sobre el estado de la sociedad civil 2021 de la alianza mundial de la sociedad civil CIVICUS muestra que, a pesar de las dificultades, millones de personas de todo el mundo se movilizaron durante la pandemia para reclamar sociedades más justas, igualitarias y sostenibles.

Movilización contra viento y marea

A nivel mundial, la movilización multitudinaria que acaparó los titulares y que cambió la situación fue la del movimiento Black Lives Matter tras el asesinato de George Floyd a manos de la policía en mayo de 2020. Este movimiento es fruto del resurgimiento de las reivindicaciones de justicia racial en los EE.UU. y en otros países. Personas de toda condición salieron a las calles para exigir el fin del racismo sistémico y de la brutalidad policial.

Se denunció la lacra del racismo en lugares tan diversos como Colombia, Países Bajos y Sudáfrica. La determinación para poner fin a la brutalidad policial tuvo un amplio eco y alentó los revueltas contra la violencia policial, especialmente en Nigeria.

Los manifestantes arriesgaron sus vidas para oponerse a un poder abusivo y exigir libertades democráticas, incluso en países muy represivos.

India vivió la mayor huelga coordinada de la historia mundial: los agricultores sortearon tácticas brutales para poder manifestarse contra la influencia de las empresas y la colusión de las élites. La exposición de la gran corrupción en una Rusia autoritaria llevó a la población a las calles, donde fue acogida con una más represión.

En Birmania, una desobediencia civil audaz se opuso al poderío militar. Los sueños de democracia se pospusieron en Argelia, Bielorrusia y Hong Kong, entre otros países; sin embargo, a pesar de grandes dificultades, la población demostró un valor extraordinario al salir a las calles para mantener viva la esperanza de un cambio.

Un ejemplo del poder de la acción colectiva

El éxito de la acción colectiva condujo a avances democráticos y en el ámbito de los derechos humanos en todo el mundo.

En Chile, manifestaciones callejeras coordinadas lograron que se alcanzase un compromiso para la redacción de una nueva constitución mediante procesos democráticos que garanticen la paridad de género y la representación de las poblaciones indígenas. En Argentina, las constantes movilizaciones condujeron a la legalización del aborto, mientras que en varios países jóvenes militantes ecologistas emprendieron acciones para mantener el cambio climático en el centro de la actualidad.

La acción colectiva de la sociedad civil forzó la repetición de las elecciones en Malaui y consiguió superar la supresión sistemática de votantes en Estados Unidos. En Tailandia, decenas de miles de manifestantes pidieron reformas democráticas y, por primera vez, la limitación de los poderes de la monarquía. Los activistas recurrieron a formas de protesta múltiples y creativas, como el uso de patos hinchables gigantes durante las movilizaciones o la organización de «carreras contra la dictadura».

Tras las acciones cívicas, Bután y Gabón despenalizaron las relaciones entre personas del mismo sexo y Costa Rica legalizó su acceso al matrimonio.

Muchos Estados fracasaron frente a la pandemia

La pandemia supuso una prueba de resistencia para las instituciones políticas y la mayoría de ellas no estuvo a la altura. De hecho, se hizo patente la insuficiencia de los sistemas de salud y de protección social. Además, faltó cooperación internacional, ya que los gobiernos antepusieron sus propios intereses y dieron lugar a un desastroso nacionalismo vacunal entre los países industrializados ricos.

Muchos gobiernos difundieron propaganda oficial y trataron de controlar el flujo de información mediante una mayor censura y criminalización de las investigaciones y de comentarios legítimos. China estuvo a la cabeza de los Estados que ampliaron las prácticas de vigilancia y pisotearon el derecho a la privacidad.

Varios Estados aumentaron su poder coercitivo durante la pandemia. En Filipinas se encerró a personas en jaulas para perros por haber infringido las normas contra la pandemia, mientras que en varios Estados de Oriente Medio y del Norte de África, como Baréin, Egipto e Irán, los defensores de los derechos humanos permanecieron en cárceles abarrotadas, expuestos al riesgo de contraer la COVID-19.

Algunos países lograron controlar el virus, como Nueva Zelanda, Corea del Sur y Taiwán; se ganaron la confianza de la población, comunicaron con claridad las medidas para combatir la pandemia y respetaron la mayoría de los derechos y de las libertades democráticas. Esto demuestra que la trayectoria represiva que siguieron numerosos Estados no fue fruto de una necesidad, sino una elección.

La pandemia confirma la necesidad de la sociedad civil

Cuando los Estados no lograron responder con eficacia a la pandemia, la sociedad civil tomó el relevo, socorrió a las personas más necesitadas y defendió los derechos. Las organizaciones de la sociedad civil reaccionaron con rapidez y aportaron un apoyo vital: distribuyeron dinero en efectivo, alimentos, medicamentos y productos sanitarios; difundieron información precisa sobre el virus y ofrecieron atención médica y psicológica. 

Nuestros anhelos

En este informe CIVICUS pide a los Estados que reviertan las restricciones de derechos impuestas en el marco de la pandemia a la mayor brevedad posible. Los insta a respetar los derechos humanos y las libertades democráticas, así como a escuchar a los manifestantes. Exhorta a la comunidad internacional a hacer más por defender las libertades cívicas y por apoyar las reuniones pacíficas.

La inmensa ola de manifestaciones actual seguramente continuará. Las poblaciones demostraron su valentía al salir a manifestarse, pero no deberían correr el riesgo de acabar entre rejas o de enfrentarse a una violencia brutal o incluso mortal.

—FIN—

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SOBRE EL INFORME DEL ESTADO DE LA SOCIEDAD CIVIL 2021

Cada año el Informe sobre el Estado de la Sociedad Civil de CIVICUS analiza los principales acontecimientos que involucran y afectan a la sociedad civil en todo el mundo. Dicho documento se basa en numerosas entrevistas exhaustivas y en consultas en línea con militantes, líderes y expertos de la sociedad civil, así como con otras personas que conocen de cerca los principales sucesos del año. Este informe también recoge las conclusiones del CIVICUS Monitor, una plataforma digital de CIVICUS que se encarga de hacer un seguimiento de las amenazas que se ciernen sobre la sociedad civil en cada país.  

Con ocasión de la décima edición de este informe, este documento examina los últimos diez años de actividad de la sociedad civil y destaca las ideas clave para la acción de la sociedad civil en 2021 y para más adelante. 

SOBRE CIVICUS

CIVICUS es una alianza mundial de organizaciones de la sociedad civil y de activistas dedicados a fortalecer la acción ciudadana y la sociedad civil en todo el mundo. Cuenta con más de 10 000 miembros en todo el mundo.

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