#BEIJING25: “Todos los esfuerzos hacia la igualdad de género deben basarse en la interseccionalidad y el empoderamiento”

En ocasión del 25º aniversario de la Plataforma de Acción de Beijing, CIVICUS está entrevistando a activistas, líderes y expertas de la sociedad civil para evaluar los progresos conseguidos y los desafíos que aún debemos sortear. Adoptada en 1995 en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de las Naciones Unidas (ONU), la Plataforma de Acción de Beijing persigue los objetivos de eliminar la violencia contra las mujeres, garantizar el acceso a la planificación familiar y la salud reproductiva, eliminar las barreras para la participación de las mujeres en la toma de decisiones, y proporcionar empleo decente e igual remuneración por igual trabajo. Veinticinco años más tarde, se han producido progresos significativos pero desparejos, en gran medida como resultado de los esfuerzos incesantes de la sociedad civil, pero ningún país ha logrado todavía la igualdad de género.

LyricThompsonCIVICUS conversa con Lyric Thompson, Directora de Políticas e Incidencia del Centro Internacional de Investigación sobre la Mujer (ICRW), un instituto de investigación global con oficinas ubicadas en Estados Unidos, India, Kenia y Uganda. La investigación de ICRW busca identificar las contribuciones de las mujeres, así como los obstáculos que les impiden participar plenamente en la economía y la sociedad, traduciendo sus hallazogs en una estrategia para la acción que honre los derechos humanos de las mujeres, garantice la igualdad de género y cree las condiciones para que todas las mujeres puedan prosperar.

¿Cuánto de la promesa contenida en la Plataforma de Acción de Beijing se ha traducido en mejoras concretas?

La Declaración de Beijing fue un paso histórico hacia la equidad de género, ya que posicionó a los derechos de las mujeres como derechos humanos y fortaleció el papel de la sociedad civil en tanto que actor clave. También ayudó a poner de relieve las realidades de las mujeres y las niñas de todo el mundo.

Ha habido un progreso tangible en materia de educación, salud materna y, cada vez más, de derogación de leyes discriminatorias. Pero el progreso ha sido lento e irregular, y ha habido algunos retrocesos significativos. Esto se ve claramente en los Estados Unidos, que ha adoptado una postura general anti-aborto que ha tenido un impacto global por efecto de su norma mordaza global. Esta norma prohíbe a las organizaciones de la sociedad civil (OSC) extranjeras que reciben fondos de los Estados Unidos para dar servicios de salud proporcionar servicios de aborto legal o incluso hacer derivaciones, y les prohíbe hacer incidencia para la reforma de la legislación sobre el aborto aun cuando ésta se haga con fondos propios de las OSC, no procedentes de los Estados Unidos. Esta política ha estado vigente desde la década de 1980, pero se ha sido reforzada repetidamente y actualmente permite el acceso al aborto solo en casos extremos: violación, incesto o cuando la vida de la mujer está en riesgo.

Por si fuera poco, diversos desafíos novedosos y dinámicos, desde la profundización de la brecha digital y la crisis climática hasta la pandemia en curso, también tienen un impacto de género. En consecuencia, abundan las promesas incumplidas, especialmente en lo que respecta al acceso a la salud, los derechos sexuales y reproductivos y la prevalencia de la violencia de género (VG).

La falta de implementación de políticas y leyes, junto con el déficit de recursos para financiar al movimiento de derechos de las mujeres, actualmente dan cuenta del estancamiento de los esfuerzos hacia la igualdad de género. Pero incluso si se aplicaran todas las leyes y se implementaran todas las políticas, sigue en pie el hecho de que la mayoría de los avances producidos hasta ahora han sido parciales. Si bien han sido importantes y han logrado avances significativos, también enfrentan limitaciones debido a que no se ha puesto tanto esfuerzo en encarar la naturaleza multidimensional e interseccional de las formas de discriminación que afectan a las mujeres. En lo sucesivo, todos los esfuerzos hacia la igualdad de género y el cambio social deben basarse en la comprensión de la interseccionalidad, la transformación y el empoderamiento.

La coordinación y la colaboración entre aliados y sectores, incluidos los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado, también será fundamental para lograr un cambio transformador. También será clave centrar la toma de decisiones en las necesidades y prioridades del movimiento de derechos de las mujeres, las líderes feministas, las organizaciones de base y las jóvenes, tal como ellos mismos las perciben.

 

¿Cuáles son las principales áreas de acción que deben enfatizarse para que el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 5 sobre igualdad de género y empoderamiento de las mujeres se alcance hacia 2030?

Sobre la base de las prioridades articuladas por ONU Mujeres, creemos que dos áreas clave de acción son el establecimiento de un marco sólido de rendición de cuentas para los ODS y la integración y priorización del género en todos los ODS, y no solo en el ODS 5, dado que la desigualdad de género es una barrera fundamental para el logro de todo objetivo de desarrollo global. Y además de incluir un objetivo específico para lograr la igualdad de género, los ODS reconocen a ésta como un motor para lograr resultados en otras áreas, incluidas las de la salud, la educación y el desarrollo económico.

Dado que la implementación de los ODS es impulsada principalmente por los Estados miembros, el Secretario General de las Naciones Unidas (SGNU) debería priorizar la participación de la sociedad civil, con un énfasis específico en las organizaciones feministas, de derechos de las mujeres y de base que impulsen el cambio a nivel local y regional.

¿Cómo ha afectado a las mujeres la pandemia de COVID-19, y cómo han respondido las organizaciones de derechos de las mujeres?

La pandemia, como otras crisis y conmociones sociales a lo largo de la historia, está exacerbando en todos los niveles y esferas las desigualdades contra las cuales el movimiento por la igualdad de género ha luchado durante décadas. Las mujeres están en la primera línea de la lucha contra la pandemia; de hecho, alrededor del 70% de los trabajadores de servicios sociales y de la salud de todo el mundo son mujeres. Al mismo tiempo, el acceso de las mujeres a servicios de salud no relacionados con el COVID-19 probablemente disminuya; si los impactos del COVID-19 se asemejan a los del brote de ébola de 2014-2015, podríamos ver reducciones en los nacimientos hospitalarios, las visitas de atención prenatal y la planificación familiar. Bajo la pandemia, las mujeres también están soportando cargas adicionales en relación con las tareas del hogar, el cuidado de los niños y la educación infantil, lo cual puede tener repercusiones negativas en el mercado laboral, donde puede que veamos retrocesos en los avances logrados a lo largo de décadas. Asimismo, los confinamientos impuestos a causa del COVID-19 han resultado en un mayor riesgo de VG.

La sociedad civil ha trabajado en estos temas en todos los niveles, desde el local hasta el global, para responder a los impactos negativos de la pandemia sobre las mujeres. Muchas organizaciones de derechos de las mujeres han tomado a la pandemia como una oportunidad para estrechar los lazos de solidaridad y promover el liderazgo de las mujeres en los planes y políticas de recuperación. Por ejemplo, más de 1.600 personas y OSC del sur global y comunidades marginadas del norte global firmaron una declaración para demandar una respuesta feminista al COVID-19. La propuesta identifica una serie de políticas integrales en nueve áreas clave: seguridad alimentaria, salud, educación, desigualdad social, agua y saneamiento, VG, acceso a la información y abuso de poder.

A nivel regional se observaron movimientos en la misma dirección. En África, por ejemplo, OSC y personalidades feministas enviaron una carta abierta a la Unión Africana para exigir una recuperación económica post-COVID-19 feminista y coordinada. La sociedad civil también ha formado coaliciones nacionales para exigir la adopción de enfoques similares en cada país. En Estados Unidos se formó una Coalición por una Política Exterior Feminista, para promover una política exterior que impulse la igualdad de género, los derechos humanos, la paz y la integridad ambiental. ICRW es miembro del Comité Directivo de la Coalición y, como tal, ha contribuido a esta innovación política que apunta a introducir un enfoque transformador y con perspectiva de derechos en la política exterior de nuestro país, que incluya a las mujeres no como un agregado ex post sino mediante la transversalización del género en cada política y cada iniciativa. Existen precedentes de la adopción de este enfoque en varios países, entre ellos Suecia en 2014, Canadá en 2017, Francia y Luxemburgo en 2019 y México a principios de 2020. Creemos que ha llegado el momento de que Estados Unidos también lo implemente.

Para enfatizar cuán innovadora es esta política, digamos que durante varias décadas los gobiernos han tratado a la desigualdad de género como algo separado y desconectado de las temáticas “duras” e importantes, tales como el comercio o la seguridad nacional; las cuestiones de género eran consideradas como parte de la diplomacia “blanda”. Recién a mediados de la década de 1990 la ONU emitió una declaración que estableció oficialmente a la igualdad de género como una prioridad global y amplió la perspectiva para tratar a la desigualdad de género como parte de sistemas desiguales más amplios, y el resto es historia. Una política exterior feminista es simplemente la más reciente versión de este enfoque en evolución, basada en un creciente cuerpo de investigación académica que sugiere que el aumento de la participación económica, política y social de las mujeres puede resultar en un mundo más rico y pacífico, estableciendo una conexión directa entre la igualdad de género y la seguridad nacional.

¿Podría contarnos acerca de la Campaña por una ONU Feminista, de la cual ICRW forma parte?

Creemos que se necesita un impulso global: los gobiernos deben asumir compromisos internacionales más firmes para promover la igualdad de género. Esto significa adoptar un enfoque feminista para la formulación de políticas, garantizar que esa agenda esté adecuadamente financiada y generar mecanismos de rendición de cuentas.

La Campaña por una ONU Feminista, lanzada en 2016, es un esfuerzo para crear una propuesta colectiva para producir un cambio real y significativo en materia de derechos de las mujeres e igualdad de género en las Naciones Unidas - en todas sus políticas y programas - y evaluar cada año los progresos en esa dirección. La campaña reúne en torno de una agenda común a destacadas pensadoras y activistas feministas de la sociedad civil, la filantropía y el mundo académico, así como a antiguos funcionarios y funcionarias de la ONU. Esta agenda requiere no solo del liderazgo visible y proactivo del SGNU, sino también de una reforma de todo el sistema para superar los obstáculos internos de la organización.

A principios de 2017, la campaña desarrolló una “boletín de calificaciones” en respuesta a las declaraciones del SGNU, António Guterres, al asumir su cargo, en las que se identificó como feminista. Este boletín evalúa el desempeño del SGNU en seis áreas:

  • Desarrollo e implementación de una agenda feminista durante el mandato del SGNU;
  • Fuerte implementación y rendición de cuentas por los ODS, vinculados con instrumentos y foros de derechos de las mujeres;
  • Financiamiento transparente y responsable para la igualdad de género;
  • Liderazgo de mujeres dentro del sistema de las Naciones Unidas y protección de los derechos de las mujeres en su interior;
  • Instituciones y foros de derechos de las mujeres más fuertes y más feministas dentro de la ONU;
  • Mayor libertad de información en el sistema de la ONU.

Para evaluar el progreso y preparar los boletines, la Campaña realiza entrevistas con expertos de la ONU y actores de la sociedad civil, administra una encuesta global de sociedad civil y analiza discursos importantes, publicaciones en las redes sociales, citas, viajes y otras iniciativas. Los boletines de calificaciones se han emitido cada año durante este mandato del SGNU y la campaña se encuentra actualmente desarrollando su cuarta edición.

El tercer boletín publicado por la Campaña le dio al Secretario General una calificación mediocre. ¿Podría contarnos más acerca de los hallazgos y sus implicancias?

Los hallazgos del tercer boletín de calificaciones no son tan sólidos como nos gustaría. Si bien el SGNU Guterres ha logrado un buen desempeño en un par de áreas - como la defensa de la paridad, por ejemplo, que ha emergido como su tema privilegiado - el progreso ha sido menos pronunciado en otras áreas, como en lo que se refiere al aumento del financiamiento para los derechos de las mujeres o la libertad de información dentro del sistema.

Según el boletín de calificaciones, los mensajes públicos de Guterres sobre los derechos de las mujeres y la igualdad de género de hecho aumentaron en 2019: sus discursos sobre la igualdad de género se triplicaron y siguió exhibiendo credenciales de “feminista”.

Los progresos en dirección de la paridad de género dentro de la ONU continuaron a un ritmo ininiterrumpido, aunque también aumentó la reacción en su contra. El progreso se ha estancado por la inercia burocrática, la escasez de fondos y la oposición interna.

Hay cinco áreas específicas en que nos gustaría que hubiera más avances. Primero, en la priorización del involucramiento de la sociedad civil y del feminismo en todos los procesos globales y en los procesos de la ONU. Segundo, en el impulso de una mayor transparencia de las actividades y los compromisos financieros de la ONU. Tercero, en la política de tolerancia cero al acoso sexual en todo el sistema de la ONU y en el fin de la explotación y el abuso sexual en todos los ámbitos, incluidas las operaciones de paz de la ONU. Cuarto, en el aseguramiento de la plena implementación del ODS 5, es decir, en la implementación de todos sus componentes - incluidos aquellos que los Estados Miembros son más proclives a cuestionar, como la salud y los derechos sexuales y reproductivos - y la transversalización del género en todos los ODS. Y quinto, en el logro de una mayor rendición de cuentas en cuestiones relacionadas con la igualdad de género, el liderazgo intergeneracional, la solidaridad, la colaboración y la interseccionalidad, el financiamiento de programas, movimientos e iniciativas de derechos de las mujeres, el cambio de las relaciones de poder y la mayor inclusividad y expansividad de la toma de decisiones.

Contáctese con el Centro Internacional de Investigación sobre la Mujer a través de su sitio web o su página de Facebook, y siga a @ICRW y a @lyricthompson en Twitter.

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