Puerto Rico

  • Huracán María: ‘La sociedad civil, dentro y fuera de Puerto Rico, vino a llenar el vacío dejado por la insuficiente respuesta estatal y desempeñó un rol sin precedentes’

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    El 20 de septiembre de 2017 el huracán María devastó Puerto Rico. Su paso puso en evidencia no solo las fallas de la respuesta estatal sino también la resiliencia, capacidad e integridad de la sociedad civil.CIVICUS conversa con José Iván Vega, profesor de la Universidad de Puerto Rico – Mayagüez (UPR-M) y Director del Centro de Negocios y Desarrollo Económico (CNDE) de la misma universidad.

    1. ¿A qué se debió el terrible impacto que tuvieron los recientes huracanes que asolaron el Caribe? En el caso de Puerto Rico, ¿cuál fue el saldo del huracán María, y cuáles son las perspectivas de la reconstrucción?

    Es evidente que en el Caribe estamos teniendo huracanes más fuertes y frecuentes, y muchos científicos lo atribuyen al cambio climático. Si bien yo no soy científico y no puedo probar categóricamente que la fortaleza de los huracanes se deba al cambio climático, lo cierto es que ambas cosas están ocurriendo. En el caso de Puerto Rico, tuvimos con apenas una semana de diferencia al huracán Irma, que felizmente a último momento pegó un giro hacia el norte y apenas nos rozó en la parte noreste, donde dejó sin electricidad a una cantidad importante de población; y al huracán María, que nos partió por el medio como decimos los boricuas. María entró por Yabucoa, un pueblo del sureste, atravesó toda la parte central de la isla y salió por el norte, por algún sitio entre Barceloneta e Isabela.

    El huracán llegó con categoría 5 y vientos de 155 millas por hora. Poco después de que tocó tierra, los instrumentos oficiales de medición de la velocidad del viento quedaron destruidos, de modo que no tenemos un estimado oficial del servicio meteorológico; los datos que manejamos provienen de particulares que contaban con instrumentos de medición y de mediciones hechas desde aviones y otros métodos. Estimamos que los vientos se mantuvieron en 150-160 millas por hora, con ráfagas que en las montañas pudieron llegar a las 200 millas por hora y que provocaron una destrucción espantosa.

    Realmente tuvimos mucho miedo. Yo había pasado otros huracanes, entre ellos el Georges de 1998, que también cruzó la isla de lado a lado y trajo vientos de 115 millas por hora, pero María no se compara con nada que yo haya visto, ni en fortaleza ni en duración. María impactó sobre la isla durante 12 horas ininterrumpidas.

    Estábamos avisados y preparados para la llegada de un huracán, y el saldo de pérdida de vidas atribuida directamente al huracán fue de algunas decenas. Sin embargo, no se había previsto que podía llegar a interrumpirse casi totalmente el suministro eléctrico y que colapsarían las comunicaciones en toda la isla. Las telecomunicaciones están en manos de grandes compañías privadas con grandes recursos económicos y técnicos – AT&T, Claro, Sprint, Verizon – y nadie pensó que el sistema entero podía colapsar. Sin embargo, a causa del huracán perdimos el 95% del suministro de energía eléctrica, las inundaciones dejaron muchas zonas incomunicadas y fallaron las telecomunicaciones, de modo que también dejaron de funcionar las instituciones financieras. El suministro de agua potable se tornó problemático. En las zonas montañosas hubo poblaciones que quedaron incomunicadas durante cerca de un mes, y hay sitios que aún hoy, más de tres meses después del huracán, siguen sin electricidad.

    En este punto las estadísticas oficiales de víctimas discrepan con las obtenidas de otras fuentes. En las semanas posteriores al huracán, el colapso de los hospitales, y del sistema de salud en general, resultó en centenares de muertos adicionales. Hubo hospitales que no tuvieron energía durante varios días y se vieron imposibilitados de atender pacientes, falló el suministro del que dependían muchas personas que recibían oxígeno en sus casas y en residencias de ancianos, y muchos murieron por falta de atención o de insumos. Mucha gente, en el rango de los miles, fue luego evacuada a los Estados Unidos para recibir cuidados intensivos o especializados.

    El huracán María fue el peor desastre natural que afectó a Puerto Rico en el último siglo. La devastación fue enorme: según la estimación del gobierno, los daños materiales ascendieron a 95 billones de dólares. La reconstrucción de la infraestructura – hospitales, escuelas, puentes y carreteras - llevará años. Antes del huracán enfrentábamos una crisis económica que ya duraba una década, con alto desempleo y tasas de emigración que no se veían desde los años ’50. Tras el huracán sobrevino un éxodo masivo a los Estados Unidos (y especialmente a la Florida, donde hemos sido bienvenidos): se estima que desde entonces Puerto Rico ha perdido cerca de 200 mil habitantes, y serán muchos más. Aquí mismo en la universidad, pese a que estamos en una zona que ha sido comparativamente poco afectada, he tenido varios estudiantes que debieron marcharse porque sus padres perdieron sus empleos o sus negocios. La salud mental de la población también quedó afectada; nos llevará cierto tiempo recuperarnos. Hoy, una alerta de huracán provocaría una histeria colectiva.

    1. ¿Fue adecuada y suficiente la respuesta gubernamental ante la emergencia?

    Claramente, el gobierno estatal de Puerto Rico falló en sus planes de contingencia. Como no previó que podían colapsar las comunicaciones, no estableció un sistema alterno de comunicación, y se vio imposibilitado de coordinar eficazmente la respuesta inmediata.

    Pasada la primera semana, sin embargo, el gobierno estatal se recompuso poco a poco mediante la activación de la Guardia Nacional y la coordinación con los gobiernos municipales, que también comenzaron a asumir su rol.

    Entretanto, el protagonismo de la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, ayudó a poner en evidencia ante la opinión pública mundial que, contra lo que decía el discurso oficial, la situación no estaba en lo más mínimo bajo control. En ese momento estábamos apenas tratando de sobrevivir con lo básico, sin electricidad ni comunicaciones, dedicados a conseguir agua, alimentos y gasolina. Carmen Yulín tuvo mucha exposición en los medios porque fue atacada por el presidente Trump y se defendió. Ella es una líder de la oposición que domina perfectamente el inglés, se expresa muy bien y no se queda callada ante nadie, de modo que fue una excelente vocera en un momento de gran necesidad.

    1. ¿Qué rol desempeñó la sociedad civil?

    La sociedad civil vino a llenar el vacío dejado por la insuficiente respuesta estatal y desempeñó un rol de una prominencia que yo nunca antes había visto. Demostró una gran resiliencia y una enorme habilidad para hacer mucho con bastante poco.

    Cuando todo dejó de funcionar, la comunicación quedó en manos de un par de emisoras de radio AM cuyas antenas seguían en pie y que funcionaron con generadores eléctricos, y de los radioaficionados de kp4, con equipos de onda corta y entrenados para brindar servicios a la comunidad en situaciones de emergencia. Durante dos o tres semanas la población recurrió casi exclusivamente a estos métodos para localizar familiares y enviar mensajes y ofrecimientos y pedidos de auxilio.

    Cuando hablamos de la sociedad civil de Puerto Rico, debemos referirnos no solamente a la sociedad civil en la propia isla sino también a la sociedad civil de la diáspora. En Puerto Rico viven 3,5 millones de personas, pero hay entre 5 y 6 millones de portorriqueños que viven fuera de la isla, en su mayoría en los Estados Unidos, muchos de los cuales tienen familia aquí. Es mi impresión que los portorriqueños de la diáspora prefirieron canalizar su ayuda a través de la sociedad civil más que a través del gobierno, porque en ese momento el gobierno transmitía una imagen de inoperancia, mientras que había mayor confianza en que la sociedad civil sería capaz de brindar una asistencia que llegara a tiempo a quienes más la necesitaban. Hubo entonces varias iniciativas para canalizar la ayuda de la diáspora a través de la sociedad civil, o a través de alianzas que integraban a actores gubernamentales y no gubernamentales. Y, como se puede observar en los portales web de todas estas iniciativas, la sociedad civil fue muy cuidadosa en reportar la recaudación y los usos de lo recaudado.

    Tal fue el caso de Puerto Rico se levanta, una iniciativa de la sociedad civil que incluyó a algunas entidades gubernamentales así como a empresas privadas, para ayudar a los negocios a recuperarse. Yo participé de esta iniciativa, y una de las primeras cosas que hicimos fue desplegarnos en la isla para relevar y atender las necesidades inmediatas, tales como la distribución de generadores para que los negocios pudieran volver a funcionar. También cabe mencionar el trabajo de recaudación y distribución de fondos para la reconstrucción de ConPRmetidos y la iniciativa Shop_HirePR, un directorio de tiendas online de empresarios puertorriqueños donde es posible comprar desde el exterior. Adicionalmente, el sitio web permite a los usuarios conectarse con profesionales freelance puertorriqueños con capacidad para trabajar de manera remota. El objetivo de esta iniciativa, dirigida sobre todo a la diáspora, es impulsar la economía y el empleo locales para contribuir a la recuperación económica en el largo plazo.

    Adicionalmente, desde la Universidad de Puerto Rico, donde dirijo un centro de apoyo a emprendedores sociales e innovadores, organizamos un programa para capacitar a entidades comunitarias para que puedan mejorar su gestión contable y financiera de modo de obtener el status de organización 501(c)(3) que les permite recibir ayuda y donaciones de fundaciones y entidades de la sociedad civil de los Estados Unidos.

    La sociedad civil también tuvo un rol prominente a nivel comunitario. De hecho, el tejido social salió de la emergencia fortalecido. Ante la lentitud e insuficiencia de la atención de emergencia en las zonas más aisladas, hubo mucha auto-organización local. Vecinos que no se conocían se organizaron para coordinar la asistencia inmediata, la distribución de ayuda y el suministro de agua. Las iglesias fueron muy activas en la promoción de la respuesta de la comunidad.

    1. ¿Recibió la sociedad civil portorriqueña suficiente solidaridad y apoyo desde el exterior?

    El llamado de Carmen Yulín, junto con las intervenciones de celebridades boricuas y el liderazgo político, tuvo un efecto movilizador. Los puertorriqueños de la diáspora, muchos de ellos desesperados por comunicarse con sus seres queridos, movilizaron contactos y recursos para que el gobierno federal de los Estados Unidos diera una respuesta rápida y contundente. De hecho, lograron por ejemplo que se movilizara el Cuerpo de Ingenieros del Ejército y que se enviara un barco hospital que estuvo brindando atención durante dos meses. En estados con mucha población puertorriqueña apelaron a sus representantes en el Congreso, algunos de los cuales viajaron a la isla. Y por último lograron que se hiciera presente el presidente de los Estados Unidos, con los resultados un poco lamentables que todos vimos por televisión.

    También desde Estados Unidos, algunos de nuestros artistas más conocidos, como Jennifer Lopez, Marc Anthony y Ricky Martin, se involucraron en esfuerzos para recaudar fondos, la mayoría de los cuales se canalizaron no a través del gobierno sino de entidades de la sociedad civil. En la ciudad de Washington y con la adhesión de muchas celebridades puertorriqueñas, se hizo una “Marcha de Unidad por Puerto Rico”, para exigir la cancelación de la deuda de Puerto Rico y asistencia de los Estados Unidos para la reconstrucción.

    Si bien la conexión más natural de los puertorriqueños es con los Estados Unidos, por el hecho de que somos un Estado Libre Asociado y tenemos la ciudadanía estadounidense, también hubo actividades de recaudación de fondos en otras partes del mundo, por ejemplo en Londres, pero generalmente motorizadas por miembros de la diáspora. Aparte de ello, creo que no ha habido mucho apoyo de organizaciones de la sociedad civil internacional o extranjeras, posiblemente a causa de nuestra relación política con los Estados Unidos, que ya sea lo dificulta, ya lo desincentiva, en la medida en que la comunidad internacional supone que Estados Unidos se está encargando del asunto.

     

     

  • Puerto Rico: ‘Si no incorpora a la sociedad civil, el gobierno no puede enfrentar la emergencia de manera inmediata y contundente’

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    El 20 de septiembre de 2017 el huracán María devastó Puerto Rico. Su paso puso en evidencia no solo las fallas de la respuesta estatal sino también la resiliencia, capacidad e integridad de la sociedad civil.CIVICUS conversa con Mary Ann Gabino, vicepresidenta senior de la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR), una organización que lleva 32 años sirviendo a la comunidad de Puerto Rico. La FCPR es la única fundación comunitaria de Puerto Rico, y la primera en su tipo en Latinoamérica y el Caribe. Con $60 millones donados, opera de puente entre la comunidad filantrópica global y la isla de Puerto Rico.

    1. 1.¿A qué se debió el terrible impacto que tuvieron los recientes huracanes que asolaron al Caribe, y a Puerto Rico en particular?

    Puerto Rico ya tenía una infraestructura de energía, agua y caminos debilitada por muchos años de deterioro. También tenía, desde antes del paso de los huracanes, un sistema de telecomunicaciones que, aunque relativamente nuevo, era bastante frágil, posiblemente a causa de que en los últimos años se había producido una entrada desmesurada de diversas empresas que, en su afán por acaparar un mercado con gran demanda, no previeron la fragilidad geográfica que presentaba Puerto Rico frente a eventos atmosféricos.

    Además, a mi entender hemos prestado muy poca atención a los efectos del cambio climático. Las grandes sequías que hemos tenido en el pasado han dejado muchos de los embalses con gran sedimentación y material vegetal, lo cual ha hecho que ríos y quebradas crezcan y busquen un cauce fuera de su ruta natural. La erosión de nuestras costas es cada vez más evidente, y en consecuencia el mar está cada vez más cerca de muchas comunidades, que en muchos casos ya eran de por sí vulnerables. En ese contexto, el desastre natural que vivimos recientemente, cuya furia azotó nuestra isla de manera insospechada, se agravó por la inacción del hombre ante el deterioro de una infraestructura que no solamente no soportó el embate, sino que además aún no se restablece totalmente.

    1. ¿Cuál fue el saldo del huracán María en Puerto Rico, y cuáles son las perspectivas de la reconstrucción?

    Hay que recordar que antes de los huracanes Irma y María - que fueron dos, con una semana de diferencia el uno del otro – Puerto Rico ya estaba pasando por una crisis fiscal, que se traducía en una deuda de más de 72.000 millones de dólares y una recesión económica que rondaba su decimoprimer año. Los efectos de esta crisis se evidenciaban en una tasa de desempleo de 10%, una participación laboral de 40% y la migración de cerca de 400.000 personas hacia los Estados Unidos de Norte América, tan solo entre los años 2010 y 2016.

    Esta situación se agravó por el paso de los huracanes, que dejaron a la isla sin energía, agua ni comunicaciones, y a sus residentes haciendo fila para conseguir gasolina y víveres de consumo. Hoy día, en enero de 2018, cerca del 40% de la ciudadanía aún no tiene energía. Más de 200.000 puertorriqueños han abandonado la isla desde el huracán María, y unas 31.000 personas han perdido sus trabajos. Se estima que unas 250.000 casas fueron afectadas. De más está decir que la renovación de la isla tomará tiempo, ciertamente más de un año, y que se requerirá mucha voluntad para levantar y renovar la infraestructura.

    1. ¿Fue adecuada y suficiente la respuesta gubernamental ante la emergencia?

    No quiero emitir juicio sobre la acción del gobierno, ya que hacerlo en estos momentos divide más de lo que construye. Prefiero hablar en cambio acerca del rol de la sociedad civil. Porque sin duda el paso del huracán puso en evidencia el hecho de que en circunstancias de emergencia como las que vivimos el gobierno por sí solo no tiene la capacidad de actuar de manera inmediata y contundente. Es por eso que debe incorporar a la sociedad civil en un plan amplio para atender situaciones de desastre.

    1. ¿Qué rol desempeñó la sociedad civil frente a la emergencia?

    La sociedad portorriqueña se activó de inmediato. De hecho, desde el primer día en que abrimos las puertas de la Fundación luego del paso del huracán, llegaron a nuestras oficinas aproximadamente entre 8 y 15 organizaciones cada día. En un primer momento, venían solicitando apoyo para abrir accesos en caminos vecinales y carreteras estatales incomunicadas por derrumbes, los cuales habían dejado a muchas áreas totalmente aisladas por la falta de comunicación. Es decir, ante todo intentaban comunicar a la gente. También necesitaban surtir a las comunidades de comida caliente. Los víveres así distribuidos serían para mucha gente el único plato caliente del día; de ahí que surgieran muchas cocinas comunitarias, así como centros de acopios y distribución de víveres y otros artículos de primera necesidad.

    Algunas de las organizaciones que solicitaron nuestra ayuda habían comenzado de inmediato a pensar en el largo plazo. Tal fue el caso de una organización en Yauco - la primera en llegar a nuestra oficina - que además de para abrir un camino pidió ayuda para cavar un pozo de agua para abastecer a la comunidad. Muy pronto la apertura de pozos comunitarios y el fortalecimiento de acueductos comunitarios se convertiría en un área de enfoque estratégico de la Fundación. Esta decisión no fue tomada al azar, sino atendiendo al potencial de la sociedad civil para organizarse en torno de la provisión de agua en las comunidades. De igual manera, hubo una organización en Salinas que nos habló de la creación de una micro-red solar. En otras palabras, las organizaciones de base comunitaria, impulsadas por representantes de las comunidades, nos estaban diciendo que era posible levantar infraestructura alterna desde la base comunitaria.

    En suma, luego de los huracanes Irma y María la FCPR logró recaudar 9,3 millones de dólares. En la emergencia inmediata, 1,3 millones fueron entregados a alrededor de 80 organizaciones sin fines de lucro que de un modo u otro sirven a alguno de los 78 municipios que componen la isla de Puerto Rico. Además, a través de 28 organizaciones que se convirtieron en centros de acopio y distribución logramos repartir alimentos y víveres a unas 73.000 personas. También se distribuyeron unos 210 purificadores de agua y 54 generadores de energía.

    Durante los próximos dos años la FCPR se enfocará en unas cinco áreas de renovación medular para la isla. En primer lugar, apoyará el fortalecimiento de infraestructuras de agua comunitarias. Segundo, impulsará estrategias para promover la agricultura para lograr cierto grado de seguridad alimentaria. Tercero, impulsará el establecimiento de infraestructuras de energía renovable para suministrar energía a las comunidades. Cuarto, brindará apoyo a organizaciones comunitarias de desarrollo de vivienda para que aporten a la construcción y rehabilitación de viviendas dañadas o destruidas. Finalmente, impulsará y fortalecerá incubadoras comunitarias para impulsar el desarrollo económico.

    1. ¿Recibió la sociedad civil portorriqueña suficiente solidaridad y apoyo desde el exterior?

    El mundo en general, y la diáspora boricua en particular, respondió de inmediato ante la situación de emergencia en nuestra isla. El mismo lunes después del huracán María nuestra fundación había recibido cientos de correos electrónicos y unos 15.000 dólares a través de nuestra página electrónica, sin que hubiéramos siquiera puesto un pedido o instrucciones para donar. Llegó dinero de Estados Unidos, Bélgica, España, Canadá y diversos países de Sudámerica, junto con otras demostraciones de apoyo. La sociedad civil internacional – individuos y familias - ha aportado más de 100.000 dólares para la renovación.

    Antes de la emergencia recibíamos tan solo unos 500 dólares al año a través de nuestra página electrónica. Esto cambió completamente a raíz del huracán María. La desgracia sacó lo mejor de las personas. Además de enviar dinero, muchas personas se ofrecieron como voluntarias o expresaron su solidaridad enviando víveres. Recuerdo especialmente a una señora que llamó desde Texas el lunes después del huracán porque quería enviar fórmula para bebés. Ante la incertidumbre de cómo manejar un cargamento de esta naturaleza, le pregunté cuántas cajas quería enviar y me dijo que eran ocho potes: ella acababa de tener gemelos y quería compartir algo de lo que tenía. Todavía recibo mensajes de personas que desean venir a donar tiempo voluntario, y estamos tratando de canalizar esa ayuda a pesar de que las circunstancias siguen cambiando diariamente.

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