Puerto Rico Community Foundation (PRCF)
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Puerto Rico: ‘Si no incorpora a la sociedad civil, el gobierno no puede enfrentar la emergencia de manera inmediata y contundente’
El 20 de septiembre de 2017 el huracán María devastó Puerto Rico. Su paso puso en evidencia no solo las fallas de la respuesta estatal sino también la resiliencia, capacidad e integridad de la sociedad civil.CIVICUS conversa con Mary Ann Gabino, vicepresidenta senior de la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR), una organización que lleva 32 años sirviendo a la comunidad de Puerto Rico. La FCPR es la única fundación comunitaria de Puerto Rico, y la primera en su tipo en Latinoamérica y el Caribe. Con $60 millones donados, opera de puente entre la comunidad filantrópica global y la isla de Puerto Rico.
- 1.¿A qué se debió el terrible impacto que tuvieron los recientes huracanes que asolaron al Caribe, y a Puerto Rico en particular?
Puerto Rico ya tenía una infraestructura de energía, agua y caminos debilitada por muchos años de deterioro. También tenía, desde antes del paso de los huracanes, un sistema de telecomunicaciones que, aunque relativamente nuevo, era bastante frágil, posiblemente a causa de que en los últimos años se había producido una entrada desmesurada de diversas empresas que, en su afán por acaparar un mercado con gran demanda, no previeron la fragilidad geográfica que presentaba Puerto Rico frente a eventos atmosféricos.
Además, a mi entender hemos prestado muy poca atención a los efectos del cambio climático. Las grandes sequías que hemos tenido en el pasado han dejado muchos de los embalses con gran sedimentación y material vegetal, lo cual ha hecho que ríos y quebradas crezcan y busquen un cauce fuera de su ruta natural. La erosión de nuestras costas es cada vez más evidente, y en consecuencia el mar está cada vez más cerca de muchas comunidades, que en muchos casos ya eran de por sí vulnerables. En ese contexto, el desastre natural que vivimos recientemente, cuya furia azotó nuestra isla de manera insospechada, se agravó por la inacción del hombre ante el deterioro de una infraestructura que no solamente no soportó el embate, sino que además aún no se restablece totalmente.
- ¿Cuál fue el saldo del huracán María en Puerto Rico, y cuáles son las perspectivas de la reconstrucción?
Hay que recordar que antes de los huracanes Irma y María - que fueron dos, con una semana de diferencia el uno del otro – Puerto Rico ya estaba pasando por una crisis fiscal, que se traducía en una deuda de más de 72.000 millones de dólares y una recesión económica que rondaba su decimoprimer año. Los efectos de esta crisis se evidenciaban en una tasa de desempleo de 10%, una participación laboral de 40% y la migración de cerca de 400.000 personas hacia los Estados Unidos de Norte América, tan solo entre los años 2010 y 2016.
Esta situación se agravó por el paso de los huracanes, que dejaron a la isla sin energía, agua ni comunicaciones, y a sus residentes haciendo fila para conseguir gasolina y víveres de consumo. Hoy día, en enero de 2018, cerca del 40% de la ciudadanía aún no tiene energía. Más de 200.000 puertorriqueños han abandonado la isla desde el huracán María, y unas 31.000 personas han perdido sus trabajos. Se estima que unas 250.000 casas fueron afectadas. De más está decir que la renovación de la isla tomará tiempo, ciertamente más de un año, y que se requerirá mucha voluntad para levantar y renovar la infraestructura.
- ¿Fue adecuada y suficiente la respuesta gubernamental ante la emergencia?
No quiero emitir juicio sobre la acción del gobierno, ya que hacerlo en estos momentos divide más de lo que construye. Prefiero hablar en cambio acerca del rol de la sociedad civil. Porque sin duda el paso del huracán puso en evidencia el hecho de que en circunstancias de emergencia como las que vivimos el gobierno por sí solo no tiene la capacidad de actuar de manera inmediata y contundente. Es por eso que debe incorporar a la sociedad civil en un plan amplio para atender situaciones de desastre.
- ¿Qué rol desempeñó la sociedad civil frente a la emergencia?
La sociedad portorriqueña se activó de inmediato. De hecho, desde el primer día en que abrimos las puertas de la Fundación luego del paso del huracán, llegaron a nuestras oficinas aproximadamente entre 8 y 15 organizaciones cada día. En un primer momento, venían solicitando apoyo para abrir accesos en caminos vecinales y carreteras estatales incomunicadas por derrumbes, los cuales habían dejado a muchas áreas totalmente aisladas por la falta de comunicación. Es decir, ante todo intentaban comunicar a la gente. También necesitaban surtir a las comunidades de comida caliente. Los víveres así distribuidos serían para mucha gente el único plato caliente del día; de ahí que surgieran muchas cocinas comunitarias, así como centros de acopios y distribución de víveres y otros artículos de primera necesidad.
Algunas de las organizaciones que solicitaron nuestra ayuda habían comenzado de inmediato a pensar en el largo plazo. Tal fue el caso de una organización en Yauco - la primera en llegar a nuestra oficina - que además de para abrir un camino pidió ayuda para cavar un pozo de agua para abastecer a la comunidad. Muy pronto la apertura de pozos comunitarios y el fortalecimiento de acueductos comunitarios se convertiría en un área de enfoque estratégico de la Fundación. Esta decisión no fue tomada al azar, sino atendiendo al potencial de la sociedad civil para organizarse en torno de la provisión de agua en las comunidades. De igual manera, hubo una organización en Salinas que nos habló de la creación de una micro-red solar. En otras palabras, las organizaciones de base comunitaria, impulsadas por representantes de las comunidades, nos estaban diciendo que era posible levantar infraestructura alterna desde la base comunitaria.
En suma, luego de los huracanes Irma y María la FCPR logró recaudar 9,3 millones de dólares. En la emergencia inmediata, 1,3 millones fueron entregados a alrededor de 80 organizaciones sin fines de lucro que de un modo u otro sirven a alguno de los 78 municipios que componen la isla de Puerto Rico. Además, a través de 28 organizaciones que se convirtieron en centros de acopio y distribución logramos repartir alimentos y víveres a unas 73.000 personas. También se distribuyeron unos 210 purificadores de agua y 54 generadores de energía.
Durante los próximos dos años la FCPR se enfocará en unas cinco áreas de renovación medular para la isla. En primer lugar, apoyará el fortalecimiento de infraestructuras de agua comunitarias. Segundo, impulsará estrategias para promover la agricultura para lograr cierto grado de seguridad alimentaria. Tercero, impulsará el establecimiento de infraestructuras de energía renovable para suministrar energía a las comunidades. Cuarto, brindará apoyo a organizaciones comunitarias de desarrollo de vivienda para que aporten a la construcción y rehabilitación de viviendas dañadas o destruidas. Finalmente, impulsará y fortalecerá incubadoras comunitarias para impulsar el desarrollo económico.
- ¿Recibió la sociedad civil portorriqueña suficiente solidaridad y apoyo desde el exterior?
El mundo en general, y la diáspora boricua en particular, respondió de inmediato ante la situación de emergencia en nuestra isla. El mismo lunes después del huracán María nuestra fundación había recibido cientos de correos electrónicos y unos 15.000 dólares a través de nuestra página electrónica, sin que hubiéramos siquiera puesto un pedido o instrucciones para donar. Llegó dinero de Estados Unidos, Bélgica, España, Canadá y diversos países de Sudámerica, junto con otras demostraciones de apoyo. La sociedad civil internacional – individuos y familias - ha aportado más de 100.000 dólares para la renovación.
Antes de la emergencia recibíamos tan solo unos 500 dólares al año a través de nuestra página electrónica. Esto cambió completamente a raíz del huracán María. La desgracia sacó lo mejor de las personas. Además de enviar dinero, muchas personas se ofrecieron como voluntarias o expresaron su solidaridad enviando víveres. Recuerdo especialmente a una señora que llamó desde Texas el lunes después del huracán porque quería enviar fórmula para bebés. Ante la incertidumbre de cómo manejar un cargamento de esta naturaleza, le pregunté cuántas cajas quería enviar y me dijo que eran ocho potes: ella acababa de tener gemelos y quería compartir algo de lo que tenía. Todavía recibo mensajes de personas que desean venir a donar tiempo voluntario, y estamos tratando de canalizar esa ayuda a pesar de que las circunstancias siguen cambiando diariamente.
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